Una golondrina no hace verano
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Una golondrina no hace verano

Como sabéis el refranero español es pródigo en dichos sobre el tiempo y la meteorología. El caso que esta vez nos ocupa también tiene el aliciente de que se trata de un enunciado que encierra una enseñanza.

Antiguamente se tenía la seguridad de que una estación había llegado por los indicios que daba la naturaleza. Sin embargo hay algo que no nos cuadra en este refrán. ¿No se supone que las golondrinas llegan a España en primavera?

Para encontrar sentido a esto habría que trasladarse a la época de los romanos, cuando en lugar de cuatro estaciones el año tenía cinco: prima verem, tempus veranum, tempus aestivum, tempus autumnum y tempus hibernum. El tempus veranum era la época comprendida entre las últimas semanas de primavera y las primeras de verano; así que ese sería el “verano” al que se refiere el refrán.

De hecho se tiene constancia de que los ciudadanos del imperio ya utilizaban este mismo dicho en latín, que sería “Una hirundo non facti ver”.

Perdonad por la larga explicación. Ahora vamos con el sentido del dicho: viene a decir que no se puede deducir una regla general a partir de un hecho aislado. Imaginad a un labrador que ve una sola golondrina sobre sus campos: no se le ocurriría pensar que el buen tiempo va a llegar al ver a ese solitario pájaro. ¿Quién dice que no se trate de un ejemplar extraviado o especialmente aventurero? Es mejor esperar a ver a toda una bandada o a varias de ellas.

De igual manera no podemos aventurarnos a pensar que  por el hecho de que una persona nos mire mal ya le caemos mal o que somos los mejores jugadores de baloncesto del mundo porque hayamos metido un triple durante un partido con los amigos.

Un refrán que todavía hoy se sigue utilizando. ¿Por qué todavía hoy necesitamos oírlo? La cosa da qué pensar, ¿verdad?

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