Alfredo Landa
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Alfredo Landa

La figura de la que os vamos a hablar siempre se ha movido por curiosos vericuetos: fue el actor más famoso del país, pasó a convertirse en una “figura incómoda”, luego se hizo con un gran prestigio y se acabó convirtiendo en una figura entrañable de nuestro cine.

Su nombre completo era Alfredo Landa Areitio y nació en 1933 en Pamplona. Era hijo de un Guardia Civil, lo que supuso constantes traslados: cursó bachillerato en Figueras (Cataluña) y acabó cursando derecho en San Sebastián (País Vasco); pero acabó abandonando la carrera para dedicarse al doblaje de películas y a la interpretación.

Alfredo Landa

Como principio de su carrera cinematográfica se tiene la película de 1958 “El Puente de la Paz”. A partir de este momento haría diferentes papeles secundarios en películas tan famosas como “Atraco a las tres” (1962); “El verdugo” (1963) o “La ciudad no es para mí” (1996).

Su capacidad para la comedia y para representar al español medio de la época pronto le convirtieron en protagonista de títulos como “Vente a Alemania, Pepe” (1971), “París bien vale una moza” (1972) o “Dormir y Ligar Todo Es Empezar” (1974). Estas películas en su momento fueron grandes éxitos de público, pero representaban “la españolada” tal y como os hemos contado en otro artículo: películas fáciles llenas de estereotipos. La crítica posterior al franquismo, deseosa de dejar atrás ese tipo de cine acabó llamando a ese tipo de cine “landismo”.

Sin embargo Alfredo Landa supo reponerse mostrando algo que tras varias comedias chuscas había quedado en duda: que era un grandísimo actor. Dio vida a un cínico y duro policía en “El crack”; su retrato de un campesino de buen corazón humillado en “Los Santos Inocentes” le valió un premio en el festival de Cannes; ganó un Goya interpretando a un pícaro en “La Marrana”… mientras participaba en diferentes series de televisión.

En el año 2008 recibió el Goya de Honor a toda su carrera y en el 2011 se le concedió una estrella en el paseo de la fama de Madrid. Se dijo de él que era “el penúltimo gran símbolo de la historia del cine español”; y como tal se fue un 9 de mayo de 2013: homenajeado y admirado. Afortunadamente, como dijo aquel, la historia pone a todos en su lugar.