Pamplona y los sanfermines

Hablar de España sin citar los sanfermines es difícil. Desde que Hemingway descubrió Pamplona y sus encierros millones de personas han pasado por la ciudad para vivir siete días de festejo ininterrumpido.

¿Por qué han tenido tanto éxito? en primer lugar creemos que se debe a que no es la “típica” fiesta española: en Pamplona no veremos tablaos flamencos ni trajes de gitana ni guitarras; pero a la vez conserva algo tan “propiamente español” como el toro. En segundo lugar porque esa idea tan romántica del español aguerrido y sin miedo a nada que arriesga su vida por honor se cumple en los corredores pamplonicas. En tercer lugar porque si algo impresionó al gran viajero y vividor que era Hemingway realmente merece la pena trasladarse miles de kilómetros.

Pero, ¿qué piensan los habitantes de Pamplona de su fiesta más universal? Bueno… las opiniones son encontradas. Algunos están encantados de que su fiesta grande sea conocida en todo el mundo y, sobre todo, muchos bares y tiendas llegan a hacer en la semana de fiestas mayor venta que el resto del año; lo que soluciona la economía anual de no pocas familias. Otros creen que la fiesta se ha desmadrado demasiado y que ya no es “pamplonesa” pues lo que ha ganado en internacional lo ha perdido en local. Bastantes residentes en la ciudad toman sus vacaciones precisamente del 7 al 14 de julio para marcharse de la ciudad y poder relajarse lejos del bullicio, así que os podéis imaginar qué piensan. Muchos se sienten orgullosos de que San Fermín sea famoso debido a una novela escrita por un premio Nobel.

Al saber las opiniones de los habitantes de la ciudad cabe preguntarse, ¿de verdad la Pamplona que vemos en los noticiarios cada julio es la real o esta ciudad fiestera y taurina es solamente un escenario temporal? Pensemos en una respetable dama que se disfraza cada carnaval para ir de marcha.

En fin, perdonadnos la digresión poético-filosófica. Creemos, de verdad, que lo mejor es que vengáis a Pamplona varias veces al año y conozcáis la ciudad en sus dos versiones. Merece la pena… mucho.