El Cid
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El Cid

El legendario héroe El Cid -de nombre real Rodrigo Díaz- era originalmente un exiliado que emprendió la conquista de Valencia. En general era un hombre de unas habilidades asombrosas en la lucha, lo que demuestra en cada combate. Hizo grandes cosas; como hemos dicho, conquistó Valencia, pero sufrió un viaje lleno de calamidades para conseguirlo. Era de una familia acomodada, pero el pueblo llano le veía un trabajador como ellos.

La historia

Sirviendo bajo el rey Sancho II, El Cid luchó en la Batalla de Graus, donde mató a un caballero cuerpo a cuerpo. Remiro de Aragón también cayó a sus manos, por lo que tuvieron un buen resultado, lo que le llevó a ser reconocido como un soldado impresionante. Tras esto trabajó para Alfonso VI ya que Sancho II fue asesinado; este no fue un evento feliz para El Cid, ya que Alfonso era el hermano de Sancho, y la persona contra la que había estado luchando. Pronto se escucharon rumores de que Alfonso habría estado involucrado en el asesinato, y las cosas empezaron a torcerse para El Cid, que fue eliminado de su puesto, que le sería otorgado a su rival, Ordoñez.

Más adelante, en la Batalla de Cabra en 1079, El Cid derrotó a Abd Allah de Granada, así como a las tropas de Ordoñez. Esto hizo enfurecer al rey, ya que El Cid no había seguido las órdenes recibidas. Por lo tanto, fue exiliado. En lugar de apocarse, como harían muchos en el exilio, El Cid ofreció sus servicios a los Condes de Barcelona. Su oferta fue rechazada, lo cual sería una decisión que lamentarían más tarde, y El Cid pronto halló buena fortuna en Zaragoza. De allí, partió para vencer a las tropas de León, Aragón y Castilla. Alfonso comenzó a temer una gran derrota, y llamó al Cid a volver del exilio. El Cid tenía un ejército bastante impresionante de Moros y Cristianos, y marcó a tomar Valencia.

Para alcanzar su meta, primero tendría que ocuparse de una serie de asuntos por el camino, el primero de los cuales era Ramón Berenguer II, Conde de Barcelona. Como le había ofrecido antes sus servicios, El Cid dio la vuelta a la oferta y le quitó poder al conde, reteniéndole prisionero a cambio de un rescate. Para mantener la paz, El Cid le liberó y también permitió a su hija menor casarse con el hijo del conde. Desde este momento viajó por España, conquistando ciudades a su paso, y llegando finalmente a su destino, Valencia. Abrió sus fronteras y, cuando murió en 1099, su mujer se hizo cargo del poder durante los tres años siguientes.